Había una vez un hombre que quería trascender su sufrimiento, de modo que se fue a un templo budista para encontrar a un maestro que le ayudase.
Se acerco a él y le dijo:
"Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?"
El maestro le miró y le respondió:
"Si meditas cuatro horas al día, tal vez lo conseguirás dentro de diez años".
El hombre, pensando que podía hacer más, le dijo:
"Maestro, y si medito ocho horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?
El maestro le miró y le respondió:
"si meditas ocho horas al día, tal vez lo lograrás dentro de veinte años".
Pero, por qué tardaré más tiempo si medito más? -preguntó el hombre -
El maestro contestó:
"No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estas aquí para vivir, para ser felíz y para amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, solo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida. Haz lo máximo que puedas, y tal vez aprenderás que independientemente del tiempo que medites, puedes vivir, amar y ser feliz".
Tomado del libro del Dr. Miguel Ruiz
LOS CUATRO ACUERDOS,
pp. 97-98
1 comentario:
La felicidad y la sencillez vienen juntas. Esforzarse por aparentar lo que no somos o complicar las situaciones no trae alegría. La felicidad no proviene de “ser mas” o “tener mas” sino de valorarnos por lo que somos y por la capacidad de amar cada día mas.
La alegría que se encuentra en el interior de cada uno de nosotros es lo realmente valioso de nuestras vidas.
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