martes, 4 de diciembre de 2007

JOSEFINA BAKHITA

El ejemplo  de una santa de nuestro tiempo puede en cierta medida ayudarnos a entender lo que significa encontrar por primera vez y realmente a este Dios. Me refiero a la africana Josefina Bakhita, canonizada por Juan Pablo II.
Nació aproximadamente en 1869 en Darfur - Sudán -. Cuando tenía nueve años de edad fue secuestrada por traficantes de esclavos, golpeada y vendida cinco veces en los mercados de Sudán. Terminó como esclava al servicio de de la madre y la mujer de un general, donde cada día era azotada hasta sangrar; como consecuencia de ello le quedaron 144 cicatrices para el resto de su vida
Por fin, en 1882 fue comprada por un mercader italiano para el cónsul italiano Calisto Legnani. Aquí, después de los terribles "dueños" de los que había sido propiedad hasta aquel momento, Bakhita llegó a conocer un "dueño" totalmente diferente -que llamó "paron" en el dialecto veneciano que hasta ahora había aprendido- , al Dios vivo, el Dios de Jesucristo. Hasta aquel momento solo había conocido dueños que la despreciaban y la maltrataban o, en el mejor de los casos, la consideraban una esclava útil. Ahora, por el contrario, oía decir que había un "Paron" superior a todos los dueños, el Señor de todos los señores, y que este Señor es bueno, la bondad en persona. Se enteró de que este Señor también la conocía, que la había creado también a ella; más aún, que la quería. También ella era conocida y amada por el Paron supremo, ante el cual todos los demás no son más que míseros siervos. Ella era conocida y amada, y era esperada. Incluso más: este Dueño había afrontado personalmente el destino de ser maltratado y ahora la esperaba "a la derecha de Dios Padre". En este momento tuvo "esperanza"; no solo la pequeña esperanza de encontrar dueños menos crueles, sino la gran esperanza: yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; ese gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa.  Através del conocimiento de esta esperanza ella fue "redimida", ya no se sentía esclava, sino hija libre de Dios. Entendió lo que San Pablo quería decir cuando recordó a los Efesios que antes estaban el el mundo sin esperanza y sin Dios; sin esperanza porque estaban sin Dios.  Asi, cuando se quiso devolverla a Sudán, Bakhita se negó; no estaba dispuesta a que la separaran de su "Paron". El 9 de enero de 1890 recibió los tres sacramentos de iniciación cristiana de manos del Patriarca de Venecia.  El 8 de diciembre de 1896 hizo los votos en Verona, en la Congregación de las hermanas Canosianas, y desde entonces -junto con sus labores en la sacristía y en la portería del convento- intentó sobre todo, en varios viajes por Italia, exhortar a la misión: sentía el deber de extender la liberación que había recibido mediante el encuentro con el Dios de Jesucristo, que la debían recibir otros, el mayor número posible de personas. La esperanza que en ella había nacido y la había "redimido" no podía guardarsela para si sola; esta esperanza debía llegar a muchos, llegar a todos.  


Benedicto XVI, 
Enciclica SPE SALVI n. 4






No hay comentarios: