jueves, 30 de agosto de 2007

6. Conservacion de los Libros Sagrados

Después de preguntarnos ¿Qué es la Biblia? y ¿Cuáles son los libros que integran la Biblia? nos debemos preguntar ¿Qué relación tienen los libros de la Biblia que hoy leemos con los originales que salieron de las manos de los autores sagrados? ¿Se conservan y reproducen el texto original inspirado?

Hay que advertir que la Iglesia no conserva ningún manuscrito salido de las manos de su autor, sino copias directas o indirectas del original. Esta circunstancia es idéntica a la que se produce con los monumentos literarios de la antigüedad.

Los libros del Antiguo Testamento fueron escritos originalmente en hebreo, a excepción del libro de la Sabiduría y del segundo libro de los Macabeos, que fueron escritos en griego; también algunos fragmentos de otros libros fueron escritos por sus autores en griego o arameo. El Nuevo Testamento, en cambio, fue escrito originariamente en griego, a excepción de la primera redacción del Evangelio de San Mateo, que fue en arameo.

Igualmente, por lo que se refiere a las fechas de composición, el Antiguo Testamento comienza a ser escrito posiblemente a fines del siglo XIII a.C y termina a principios del siglo I a.C.: un largo periodo de 12 siglos. El Nuevo Testamento, en cambio, fue redactado en el breve tiempo de unos 50 anos, aproximadamente desde el 50 al 100 d.C.
Pues bien, la Biblia, y de modo especial el Nuevo Testamento, es sin comparación posible con cualquier otra pieza literaria de la antigüedad, el mejor y el mas abundantemente documentado: como dato elocuente de contraste entre la Biblia y cualquier otra literatura, se puede citar el hecho de que las obras literarias cumbres de la antigüedad, como la Iliada y la Odisea de Homero y algunas obras de Platón y Aristóteles, que son de las que mas manuscritos poseemos, en ningún caso llegan al millar de copias; es mas, solo se conservan unas pocas decenas, y en su mayor parte, de época muy tardía (entre siglos X y XV). En cambio, de la Biblia se conservan unos 6.000 manuscritos en las lenguas originales (hebreo y griego) y unos 40.000 manuscritos en antiquísimas versiones (copto, latín, armenio, arameo, etc).

Por esto, la Biblia, además de su autoridad divina, goza también de una verificabilidad histórico-critica incomparablemente superior a cualquier obra literaria antigua.

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